Herrán Salvatti y el SUTCIESAS
Falleció Mariano Herrán Salvatti (07/07/2017)
Roberto Melville
En la prensa del sábado 8 de julio, apareció una nota del fallecimiento del polémico abogado y funcionario Herrán Salvatti. No quiero dejar pasar esta circunstancia para recordar el papel clave y positivo que este personaje jugó en el conflicto laboral e institucional que vivimos con Don Henrique González Casanova en los años 1981-1982.
Debo reconocer que sabemos muy poco acerca del contexto más amplio en el que ocurrió el nombramiento de González Casanova como director del CIESAS en 1980, de las motivaciones que guiaron su actuación o las instrucciones que traía. Pero su gestión al frente del CIESAS fue disruptiva de la cultura académica e institucional que se venía construyendo desde la fundación del CISINAH. Por qué se cambió el decreto y porqué se sustituyó a Bonfil por González Casanova para mí es un misterio, y creo que fue una sorpresa para todos los integrantes del CIESAS.
A González Casanova no le gustaba negociar con comisiones adhoc, creadas a raíz de una asamblea de investigadores. Esta indisposición a tratar con nuestras representaciones nos orilló a formar el sindicato. Pero una vez constituido el sindicato, González Casanova se negó a reconocerlo en la Secretaría del trabajo. Con la asesoría de Arturo Alcalde emprendimos las negociaciones sobre los puntos conflictivos. Y relativamente pronto llegamos a un acuerdo.
Sin embargo, González Casanova adoptó una postura similar a la de Penélope de Ítaca, pues los acuerdos que concluíamos con sus abogados, que representaban a la institución, él los desconocía dos o tres días después. No recuerdo quien fue el primer abogado del CIESAS con el que negociamos. El segundo fue Néstor de Buen, el tercero Leoncio Lara. Todos eran abogados de mucho prestigio. A Néstor de Buen lo recordamos pues escribía una columna los sábados cada quince en la Jornada, alternándose con la columna de Arturo Alcalde. Leoncio Lara fue un abogado universitario que concibió el “Apartado C” en la ley laboral para encuadrar a los trabajadores universitarios, cosa que no se concretó, y fue también Abogado General de la UAM. González Casanova se dio el lujo de desconocer los acuerdos a los que uno tras otro llegamos con sus representantes en las negociaciones.
El Comité Ejecutivo del SUTCIESAS y la asamblea de trabajadores del CIESAS había desplegado una estrategia más amplia de comunicación con los miembros de la Junta de Gobierno del CIESAS, entre los que se contaban el secretario de Educación Pública, Fernando Solana, quien nunca nos recibió; pero teníamos una comunicación fluida con su secretario particular. A Roger Díaz de Cossio, subsecretario, nunca lo buscamos porque pensábamos que estaba del lado de González Casanova. Pero establecimos una buena comunicación con Eliseo Mendoza Berrueto, subsecretario de Educación Superior. El Lic. Ignacio Ovalle y Gastón García Cantú, directores del INI y del INAH respectivamente. El CIESAS estaba sectorizado en la SEP. Estas circunstancias y la recomendación de Arturo Alcalde probablemente, nos condujeron a solicitar que para el cuarto intento de negociación y salida del conflicto lo hiciéramos con un personaje que González Casanova no pudiera rechazar. Y así fue que propusimos que la negociación se celebrara con el Abogado de la SEP. Y Mariano Herrán Salvatti ocupaba ese puesto y tenía como como apoyo a su amigo el Lic Enrique Suiri.
Los integrantes del primer comité ejecutivo, liderados por Jorge Alonso secretario general, y Shoko Doode, Secretaria de Trabajo y Conflictos, acudíamos a la SEP por las tardes y noches para conducir las negociaciones presididas por Herrán Salvatti. Este hombre tenía una figura corpulenta, una corpulencia propia de quien llegaría a ser “el zar antidrogas mexicano”. La representación del CIESAS en las negociaciones tenía como fortaleza la verosimilitud y legitimidad de nuestros reclamos. Los personajes políticos que tenían que lidiar con este asunto sabían que había algún asunto opaco entre el presidente López Portillo y el director del CIESAS, González Casanova, que a su vez era presidente de la Junta de Gobierno de la UNAM. Si Herrán Salvatti aceptó este encargo fue porque Fernando Solana lo autorizó. Pero Solana y Herrán y otros más estaban al tanto de esa conexión de Don Henrique con el presidente. De hecho el conflicto pudo resolverse sino hasta que concluyó la administración de López Portillo y entró la de Miguel de la Madrid, quien nombró a Jesús Reyes Heroles como Secretario de Educación Pública, y el SUTCIESAS conoció que el conflicto llegaba a su fin por una comunicación con Otto Granados Roldán, su secretario particular, que luego sería Gobernador de Aguascalientes.
Debo mencionar una anécdota más acerca de Herrán Salvatti y Enrique Suiri, los dos abogados de la SEP que llevaban la representación del CIESAS en las negociaciones con el sindicato. Ya habíamos firmado todos los acuerdos, y faltaban unos pocos meses para que terminara el sexenio; teníamos el tiempo contado para culminar exitosamente la negociación. Y estábamos en la fase operativa, revisando cada uno de los expedientes para asignar las plazas de tiempo definitivo a los trabajadores que cumplían las especificaciones acordadas. Quizás estábamos en septiembre u octubre, faltando unos dos meses para el fin de la administración. Y el CIESAS les había entregado a los abogados los expedientes de todos los trabajadores. Ocurrió un robo. Le robaron el coche al Lic Suiri, donde llevaba las cajas con todos los expedientes. Había que reconstruirlos de nuevo. Entonces ocurrió algo insólito. En lugar de informarle a González Casanova lo que había ocurrido, dándole un magnífico pretexto para que desconociera los frutos de una negociación exitosa, los abogados nos llamaron al sindicato para que, guardando gran discreción, les proporcionáramos copias de los documentos extraviados y así se pudieran restituir los expedientes necesarios para la autorización de las plazas. Este es un episodio conocido por pocos, pero es revelador de la confianza que el sindicato logró configurar a los ojos de los abogados de la patronal.
Hay muchas cosas más que deberíamos reconstruir acerca de aquellos tiempos y circunstancias. Pero estas notas bastarán como testimonio de la deuda que adquirimos entonces con Mariano Herrán Salvatti, quien acaba de fallecer.
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